martes, 28 de enero de 2014

Cuál será el impacto sobre los precios

EL PRIMER ROUND 
Los hechos indican que la ortodoxia ganó el primer round: el gobierno fue obligado a devaluar. A partir de ahora se abre el segundo, ¿Cuáles serán los efectos de la depreciación del peso y su influencia en los precios?. La actual es una devaluación menor, en porcentaje, que las anteriores, cuando no bajaron del 200% que generaron  recesiones, causas buscadas por las firmas formadoras de precios, en tanto sus costos, en general, descendieron, incluidos salarios. 
Es reduccionismo plantear el tipo de cambio como causa central de la devaluación. Los formadores de precios y sus asesores plantearon el falso tema con doble propósito: desde el lado político, que es el esencial, deteriorar al gobierno cuyo eje conceptual es equilibrar ingresos, mejorar condiciones de vida de asalariados y clase vulnerable y por el otro seguir controlando las principales variables de la economía. El Centro de Investigación y Gestión de la Economía Solidaria (Ciges), demuestra, en su estudio, que “son pocas las firmas que controlan los precios y las cantidades producidas en una gran cantidad de bienes”. En alimentos, en el mercado del pan, por ejemplo, “concentra el 80% de la producción una sola firma; dos empresas producen el 82% de la cerveza; las galletitas son fabricadas el 78% por tres empresas; dos empresas elaboran el 79% de fertilizantes; el 93% del etileno lo genera una firma; el 85% del mercado del acero lo concentra una sola empresa y un 100% también una sola firma”. Las siderurgias facturan en dólares. El mayor porcentaje de exportación de soja, como su producción, lo manejan cuatro empresas asociadas a bancos. 
La inestabilidad económica surge de esos monopolios que se consolidaron durante la convertibilidad, pero surgieron en la dictadura, bajo el lema “libertad de mercados”. Es ingenuo aparentemente  repetirlo: si los monopolios manejan los mercados la “libertad de mercados” es para su beneficio. 
El gobierno no ha podido debilitar a los monopolios. Tiene representatividad institucional, pero carece de la fuerza necesaria para modificar esa estructura deformante de la economía, como también de  política más profunda para acelerar la industrialización: no hay progreso genuino y permanente sin industrialización y complemento con el agro. Hay que integrar esas dos estructuras. 
Llama la atención que la CGT no se haya pronunciado contra las presiones monopólicas y la defensa del salario que no se hace solamente reclamando mayores niveles, sino referido a los precios. 
El gobierno afirma que no hay razones para subir los precios por la devaluación porque la mayoría de los bienes que se consumen, en especial alimentos, carecen de incorporaciones importadas. Es cierto. Pero el empresariado acostumbra aplicar reajustes preventivos, antes de la devaluación y por las paritarias y después. Las autoridades amenazan con importar los bienes que suban sin motivo. Ya se hizo y en gran parte los importadores fueron los mismos que incrementaron sin motivo los precios internos.  
La respuesta a ese proceder es política: la sociedad o gran parte de ella, debe concientizarse en no comprar si los precios no son razonables, es decir, que esté al alcance de su poder de compra.  
Que se entienda: vivimos en la sociedad capitalista; no se trata que el empresario pierda por vender sino que venda para obtener una ganancia y reposiciones. Esta relación es deber del gobierno en controlarla lo cual no anula la libertad empresaria que no es absoluta en tanto actúa en una sociedad organizada, o que pretende serlo. 
Apaciguar 
Esta crisis del tipo de cambio se da en un contexto del buen funcionamiento de la economía, de desendeudamiento externo, (solo debemos el 8% del PIB), salarios con poder de compra, ganancias de las empresas –lo evidencian sus balances-, todo lo cual pareciera adelantar que los precios no absorban totalmente la devaluación, aunque falta saber cuál será el comportamiento en las paritarias.  
Otro hecho a tener en cuenta es que en los silos bolsas y en otros refugios, faltan liquidar alrededor de 6.500 millones de dólares, de bienes exportables, principalmente soja. Si esta suma ingresaría aliviaría las finanzas y aumentaría las reservas. 
Significa que no existe crisis generalizada como la presentan, sin demostrarlo, los medios de comunicación de mayor  circulación y voces de economistas del stablishment. Curioso: antes de la devaluación la pedían al compás de quienes manejan el blue y ahora la critican por su presión potencial en los precios. ¿Cómo hacer una tortilla sin  romper los huevos? 
Pero insistiendo: veremos en estos días cuál será el impacto sobre los precios y la actitud de las autoridades.  
Aldo Ferrer está dando en la tecla, para quien redacta: habría que desdoblar el mercado; uno para las transacciones financieras y turismo, un dólar que lo vaya determinando el mercado y otro mercado comercial controlado con la intervención del Banco Central. 
Y lanzó otra propuesta: el reingreso de fondos de residentes que están fuera del circuito, en el colchón o en el exterior. Hay que incentivar el depósito en dólares con una tasa de interés atractiva, frenar la fuga de capitales y configurar un escenario más positivo. 
Quienes están proponiendo regresar a la toma de créditos externos es repetir el pasado. Hay mucha más plata en la que se guarda que en la captación de créditos de afuera.  
Se debe cambiar el clima y desmontar el andamiaje ideológico que el tipo de cambio es central. Pero no es sencillo: hay que reconsiderar subsidios –no reducir el gasto público como presiona el neoliberalismo- reconsiderar precios y superar el desorden.  
 Insisto: en esencia lo que está en juego son dos variantes opuestas hacia dónde encaminar a la Argentina: a) explotar su riqueza potencial a su favor y concretar un país integrado  y progresista 
  o b) permanecer en la dependencia sin explotar sus recursos.  
Debemos indagar en las naciones que hoy son poderosas. No se trata de imitar, sino de verificar en su historia cómo llegaron a ser lo que son. 
Enero 2014. 
Canono Elorza.